¿Es asombrosa la pérdida del asombro?

En la sección Filosofía emocional me aparto de las finalidades de este blog, ya que en este caso no voy a referirme a ninguna materia del IPA o a la sociología en general. Sin embargo, creo que es conveniente que hablemos de vez en cuando lo que nos pasa por nosotros mismos, intentando determinar lo que sentimos ante una sociedad que consideramos confusa porque los valores han cambiado. ¿Qué pasa cuando sentimos que estamos solos en lugares llenos de gente?, ¿Por qué pensamos que los errores y las críticas tienen carácter negativo?, ¿Cuáles son las razones por las que nos obsesionamos por saber de dónde venimos y hacia dónde vamos en la vida?, ¿Por qué creemos que "todo tiempo pasado fue mejor"?, ¿Por qué cada vez analizamos menos nuestro entorno por miedo a decepcionarnos, sin dejar de indagar sobre lo ajeno? Estas, y otras preguntas voy a intentar responder, y aunque no pueda hacerlo, es muy útil que nos las planteemos en el sentido de que conocernos más implica administrar mejor nuestras fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas (análisis FODA). No es casualidad que Sócrates (y filósofos presocráticos) dijera reiteradamente "Conócete a tí mismo".

Hoy me planteo la pregunta que titula esta entrada; ¿Es asombroso la pérdida del asombro?. Cuando hablamos del asombro en general lo asociamos con la infancia, la ingenuidad, la inocencia y la inmadurez. Pero ¿Hasta qué punto es así? Es cierto que desde el punto de vista de la psicología infantil existe la etapa del preguntón (de los 3 a los 7 años aproximadamente) en la que el niño pregunta por todo todo el día y nosotros nos hartamos de sus preguntas. Luego, pasada esa etapa, la capacidad de asombro y de creatividad van disminuyendo progresivamente, a veces hasta el punto de llegar a la alienación o la anomia. (La alienación o anomia consiste en la pérdida de sentido debido a la rutina. Tanto Marx, como Dúrkheim, sostienen que este problema surge con el desarrollo de las sociedades industriales, donde la división del trabajo y la producción en serie hace que los obreros se dediquen a hacer sólo una parte de un producto determinado, sin verlo terminado en su totalidad, lo que provoca un automatismo, que hace imposible que cuestionemos nada.)

 Se dice que hay un auge de la creatividad; cada vez más se habla de la necesidad de reformar, transformar, innovar, etc., pero en realidad somos cada vez más autómatas, creyendo que somos diferentes de los demás, y que son los otros los que se "dejan llevar por la corriente", pero el problema consiste precisamente que ¡¡¡todo lo dejamos en palabras sin ir a los hechos!!! existiendo un doble discurso al respecto, que lo único que hace es confundirnos e inmovilizarnos. En otras palabras, seguimos en nuestro mundo por miedo al riesgo.

 Ahora bien, esto no es todo. ¿Qué pasa con la supuesta adolescentización de la sociedad actual? ¿No se supone que los jóvenes se rebelan del orden establecido y buscan su propia identidad? Lamentablemente también hay un doble discurso en este sentido. Resulta que la "adolescentización" está promovida por la publicidad y los medios de comunicación, siendo uno de los aspectos la rebeldía y la espontaneidad. Lo diferente se ha institucionalizado tanto que dejó de tener sentido como tal, provocando cierta pérdida prematura de la creatividad y el asombro. Es decir, que ahora si se me ocurre ser gótica, emo, plancha, wachiturra, o lo que sea con tal de diferenciarme de otros,lo único que hago es salir de un modelo para caer en otro ya pautado.

Si es cierto que existe una pérdida del asombro, debo preguntarme ¿Hasta qué punto puede perderse? e incluso puedo cuestionarla ¿Es real la pérdida del asombro?. No puedo contestar con certeza éstas últimas preguntas, así que voy a limitarme a opinar al respecto. Personalmente, creo que nunca dejamos de asombrarnos, sólo que dejamos de ejercitar el asombro por el miedo al qué dirán. Existe el prejuicio de que son los niños los que más se asombran y los adultos si se asombran mucho por algo pueden quedar como unos inmaduros y estúpidos. Tan arraigado está dicho prejuicio que tenemos miedo de evacuar todas las dudas que nos surgen porque nos parecen demasiado tontas como para preguntar al respecto.

¿Cómo nos puede pasar esto si se supone que construimos nuestra identidad en base a lo que nos hemos preguntado? La respuesta es que la identidad es algo que se construye permanentemente a lo largo de toda la vida. ¡Y no sólo en la infancia y adolescencia!. Si así no fuera ¿Por qué siempre tomamos en cuenta lo que quenos dicen los demás?. Es que la identidad no sólo es psicológica, sino que es un producto cultural y social que varía constantemente. Si la identidad social varía, entonces también nosotros mismos cambiamos, ya que como seres sociales nos adaptamos al entorno en que vivimos, y mucho de lo que aprendemos es mediante la socialización. A diferencia de otros animales, los seres humanos cuando nacemos somos totalmente indefensos y dependemos de otras personas para poder sobrevivir. 

Por último, ¿Cómo hacemos para recuperar o mostrar la capacidad de asombro? Es un proceso muy difícil de seguir, y se requiere fuerza y perseverancia para poder mantenerla en un mundo donde en ocasiones está muy mal vista. Es cuestión de aplicar el principio de "extrañamiento" de la realidad (consiste en hacer raro lo común y en hacer común lo raro). Para quienes se deciden a emprender este camino, sugiero que lean esta parte del libro "El mundo de Sofía" que lo dejo a total disposición. Recomiendo especialmente el capítulo 2 "El sombrero de la copa", donde se refiere a la importancia del asombro en nuestra vida cotidiana. Espero que les guste y dejen sus comentarios.